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Tercera edición de Concurso de Relatos Cortos 2.0 de la Concejalía de Juventud e Infancia

Tercera edición de Concurso de Relatos Cortos 2.0 de la Concejalía de Juventud e Infancia

Y de repente desperté. Había llegado. Hay estaba la fuente de los peces, como la llamaban los Fuenlabreños  que viven donde estoy hoy, en Fuenlabrada. Han sido unos meses duros por la separación de mis padres, pero ya he llegado a la ciudad de mi padre, y la verdad es que me encanta.

En cuanto deshice la maleta me bajé corriendo a descubrir más de esta ciudad, y entonces me choqué con una chica de pelo castaño y ojos azules a la que pregunté si sabía donde había un centro comercial, después de pedirla perdón claro, y entonces descubrí dos cosas: La chica se llamaba Rosa y la encantaba la ropa como a mí. Después de pasar un rato en el centro comercial Plaza de la Estación me empezó a enseñar más sitios fascinantes de Fuenlabrada: El ferial, el ayuntamiento viejo donde hay una asociación llamada PJES, el parque de la solidaridad, el campo de fútbol La Avanzada… Y después de una tarde agotadora nos despedimos. Pasaron días y días sin que supiera nada de mi nueva amiga, y a la semana después, me contó que tenía que mudarse porque su madre consideraba Fuenlabrada como un sitio inapropiado para ella. Sus padres también estaban separados y vivía con su padre. Después de que me contará esta trágica noticia decidí hacer algo. Yo ya conocía a amigos de toda Fuenlabrada de Rosa y míos así que decidí juntar a Fuenlabreños de todas las partes de la cuidad, ya sea de mercados como de institutos, para que me ayudaran e hicieran pancartas gigantes con mensajes escritos.

Cuando llegó el día de la marcha de Rosa cientos de Fuenlabreños estaban en la puerta de su casa gritando cosas como “Fuenlabrada no es mala influencia”, “ No dejaremos que te vallas Rosa” y demás, y empecé a leer un pequeño texto que la hicimos entre todos a la madre de Rosa para concienciarla, y decía: Puede que no tengamos los mejores parques, los mejores institutos, las mejores influencias, las mejores tiendas, y puede que tampoco seamos muy importantes en España, además yo llevo poco aquí pero me puedo considerar Fuenlabreña, y te aseguro que en esta ciudad hay más compañerismo y amistad de la que usted cree, y aquí todos somos una familia, una gran familia que no puede perder ni a una sola Fuenlabreña… Y tras acabar el texto y con las lágrimas en los ojos, su madre decidió que lo más importante era la felicidad de Rosa y pudo quedarse a disfrutar de esta gran ciudad llamada Fuenlabrada.